Las máquinas de coser llevan funcionando más de un mes, el objetivo pulir los detalles los disfraces y la ropa de carnaval. No importa el trabajo, se hace de buen gusto y en más de una ocasión no acaban la tarea hasta bien entrada la madrugada.
Los más apasionados caracterizan hasta a sus mascotas y en algunas ciudades, como Burgos, encontramos chirigotas que cada año mejoran a base de coplillas agrias con buen humor.
En definitiva una fiesta libre y laboriosa en la que cada uno se convierte en lo que le da la gana.
Entusiasmo a pequeños y mayores y las raíces carnavaleras, lejos de perderse, aumentan cada mes de febrero en Castilla y León.