Hay algo que no encaja y queremos una modificación en nuestras vidas. Un paso fundamental para lograr aquello que deseamos que ocurra es aceptar el cambio, convencernos de su necesidad y adaptarnos a él de forma inteligente. Es un aspecto clave de nuestra realidad.
Integrar en nuestra persona ciertas actitudes y aptitudes es la clave para embarcarnos en un determinado proceso de cambio para que resulte efectivo. En esa integración podemos diferenciar cinco etapas:
1.- La atención: Aconsejo abrir todos nuestros sentidos y elevar el nivel de percepción para captar la máxima información que proviene del exterior. Perder el foco, distraerse, obviar la intuición, así como estar expuestos a demasiados estímulos externos hacen que nos desviemos de nuestros objetivos.
2.- La intención: Todo cambio debe de tener un sentido, una intención positiva alineada con lo que deseo para mi, los demás y el entorno o contexto donde vivo. Por eso antes de efectuar un cambio es conveniente desarrollar la actitud de comprender esa intención, y relacionarla con mis valores y con la misión en mi vida.
3.- La consciencia: Es mucho más que estar atento. Es el conocimiento inmediato que tenemos de nosotros mismos, de nuestras reflexiones, actos, emociones... Cuando desarrollamos la consciencia experimentamos un estado de plenitud mental porque aprendemos a interpretar el impacto de los acontecimientos en nuestro cuerpo, y pensamientos. Estamos en disposición de regular y gestionar nuestros actos para que de que nos acerquen a nuestros objetivos.
4.- La autocreencia: Esta etapa es fundamental. En muchas ocasiones dependemos de un refuerzo externo que nos haga sentirnos bien y así sentirnos capaces de afrontar nuevas situaciones que aparecen en el proceso de cambio. Esto es así porque obviamos los recursos y el potencial del que ya disponemos y hemos puesto en práctica en situaciones similares.
La cultura, los miedos y los hábitos desadaptativos nos conducen a formular mentalmente resistencias que nos acaban limitando. Plantearse el disfrute de actuar aprendiendo en el proceso, a pesar de cometer errores, nos permite encontrar ciertas variables que acaban por derribar esas barreras. Así comenzamos a ver que el cambio y la consecución de los objetivos dependen exclusivamente de nosotros.
5.- La Responsabilidad: La acción de planificar, programar y ejecutar con determinación los pasos previstos para que nuestro cambio sea una realidad es la última clave.
En esta etapa el mayor peligro radica en postergar, en trasladar la responsabilidad a otros, en no aceptar situaciones que aparecerán, así como culpabilizar a otros cuando los resultados parciales no son los esperados.
Cuando esto ocurre tendremos que apoyarnos en la consciencia y volver a plantear nuevas opciones que amplíen las posibilidades de éxito y que sigan acercándonos al objetivo, manteniendo un espíritu de disfrute del proceso y comportándonos como realmente somos.
José Antonio Martín
D'arte Coaching y Formación Artesanal