Los Tesoros del Agua

Las cinco rutas de Ernesto Escapa para recorrer el río Duero entre Valladolid y Zamora

Entrevistamos al autor de nuestra guía de viaje por el Duero que nos habló de historias tan interesantes como el pueblo portátil de Peleagonzalo o el Motín de la Trucha. Atentos a sus consejos para aprovechar el viaje al máximo.

Ernesto Escapa, autor de la guía de nuestro viaje 'Corazón de Roble' - rtvcyl.es
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A la mitad de nuestro recorrido, al hacer parada en la ciudad de Valladolid, tuvimos la oportunidad de entrevistar al periodista Ernesto Escapa, autor de nuestra guía de viaje 'Corazón de Roble' y de más de una decena de libros dedicados a los rincones de Castilla y León. Reflexivo, y con el ánimo de contagiar su pasión por el río Duero a los lectores de este espacio sobre Los Tesoros del Agua, respondió a nuestras preguntas advirtiéndonos de que en su recorrido particular por el cauce del Duero 'no dejó ningún camino sin recorrer ni desvío sin explorar'. 

 

P. ¿De dónde surgió la idea para escribir 'Corazón de Roble'?

R. En primer lugar, de las lecturas. Leyendo a Unamuno, que visitó el río desde Urbión a Oporto, percibí su primer embrujo, luego acrecentado por los versos de Machado, de Gerardo Diego y de Alberti; de Claudio Rodríguez y de Miguel Torga. De todos ellos aprendí que el Duero no era un río más, sino el conducto vertebral de nuestra identidad y la mejor pasarela para disfrutar la variedad de nuestros paisajes y la riqueza de nuestra historia. Partiendo del estímulo lector, me lancé a descubrir los paisajes y pueblos del río y una vez subido a su corriente, ya no pude ni quise parar hasta alcanzar su desembocadura en una ciudad tan fascinante como Oporto, que es la capital de la libertad peninsular.

 

P. ¿Cómo te documentaste para escribir ‘Corazón de Roble’?

R. Con la misma calma e insistencia que ahora aconsejo a quien se disponga a descubrir la ruta del Duero. También con visitas repetidas a los diferentes lugares del recorrido. Porque, como ahora nos enseña la serie, donde menos se piensa salta una sorpresa inesperada que no podemos perdernos. En mi caso, a veces, esa captura sólo se producía al cabo de varias visitas.

 

P. Danos, por favor, un consejo para los que se animen, como nosotros, a realizar el recorrido desde Picos e Urbión a Oporto.

R. Que lo hagan sin prisa, con sosiego, mucha curiosidad y los ojos bien abiertos. Porque la ruta del Duero/Douro recorre lugares esenciales y muy jugosos de la historia de España y Portugal. También de su naturaleza, desde la eminencia ibérica de Urbión a la frontera de granito que traza el encajamiento del río hasta su entrega al océano en Oporto. Esos mil kilómetros de camino ensartan historias universales y secretas, episodios sobresalientes junto a otros desconocidos, pero no con menos gancho, y paisajes diversos y sucesivos, que combinan la condición alpina de Urbión con la amplitud de las vegas, el microclima tropical de los Arribes fronterizos y del deslumbramiento de las colinas del vino que arropan al río de oro en Portugal. Por eso resulta imprescindible recorrer su ruta con ojo avizor y siempre alerta, dispuestos a descubrir y disfrutar sus sorpresas.

 

P. Como buen experto que eres en el río Duero, te lanzamos un reto. Descúbrenos cinco lugares que solo conocen los que ya han recorrido su cauce.

 

1.  Las entrañas del castillo de Simancas

Cobijan el Archivo General de Simancas, declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad. Un castillo muy visible desde la autovía, pero que exige la visita interior para descubrir su auténtico interés.

 

 

2. El palacio mudéjar que albergó durante casi medio siglo a Juana la Loca

Esconde a la vista del Duero sosegado que pasa por Tordesillas recintos tan enigmáticos y sugestivos como sus baños árabes, que pueden visitarse junto al resto de dependencias góticas y mudéjares del convento perteneciente al Patrimonio Nacional. En Tordesillas se suscribió el tratado (junio de 1494) que repartía el dominio del nuevo mundo entre España y Portugal.

 

 

3. El espacio natural de las Riberas del Duero en Castronuño

Se conoce como la Florida del Duero y ofrece la oportunidad de conocer paisajes de ribera colonizados por una fauna ornitológica singular. Después de visitar la Casa del Parque, hay que adentrarse en las rutas ribereñas y disfrutar de la lámina del Duero, antes de acercarse a San Román de Hornija, cuya iglesia cultiva la memoria del rey godo Chindasvinto.

 

 

4. La batalla de Toro y el pueblo portátil de Peleagonzalo

Además de su colegiata románica y de sus conventos de Santa Sofía y de Sancti Spiritus, Toro es una de las capitales del vino del Duero y uno de sus mejores miradores. A los pies de Toro y al otro lado del río, un monumento sencillo evoca la batalla de 1476 entre portugueses y castellanos que dio el trono a los Reyes Católicos. Muy cerca está Peleagonzalo, el pueblo alzado en 1860 hasta media ladera, para evitar las acometidas del Duero crecido. Su caserío de piedra y con trazado geométrico se inauguró el 29 de septiembre de 1862 pregonando en algunas fachadas, como la muy hermosa del número 11 de la calle Michilena, la euforia de verse ya libres del asalto de las aguas. Pedro Michilena rescató con su barca el día de los Inocentes de 1860 a los vecinos encaramados a la torre de la iglesia para salvarse de las aguas.

 

 

5. El Motín de la trucha

En Zamora, la ciudad legendaria del Duero, hay que visitar las aceñas recuperadas en el río y disfrutar su patrimonio románico. En el recorrido románico, se visita Santa María la Nueva, donde se solventó con fuego el motín medieval de la trucha. Una revuelta antiseñorial motivada por el abuso de un noble que se encaprichó de la trucha adquirida en el mercado por un plebeyo en su turno, una vez que los despenseros de los nobles ya se habían retirado del mercado con sus criados. El lustre del pez llamó la atención de un noble que paseaba por allí y de nada sirvieron las razones del truchero ni los motivos del comprador, alegando que ya la campana de Santa María había anunciado el turno de los villanos. Al día siguiente, los nobles se reunieron en sagrado para deliberar un escarmiento y el pueblo, arengado por Benito el Peletero, prendió fuego al templo y cerró sus salidas. Cuando el fuego se acercó al sagrario, las hostias volaron hasta el cercano convento de las Dueñas. Luego, Fernando II, para perdonar el crimen, obligó al pueblo de Zamora a reconstruir la iglesia, que por eso recibió el nombre de la Nueva.

 

P. Te conoces al dedillo las historias y curiosidades acontecidas en las orillas el Duero pero cuéntanos una anécdota tuya en este río que te cautiva.

R. Ya digo que en mi caso el cebo de partida para acudir al Duero fueron las lecturas sucesivas y confluyentes de autores literarios, cuyos textos adornan al Duero con un lujo que no tiene ningún otro río peninsular. Pero enseguida aprendí que para escribir sobre el río, mi visión no podía limitarse a lo ya visto antes por otros ojos, aunque fueran los de los autores más eximios. Lo descubrí en el mismo arranque de la ruta. Tanto Unamuno como don Pío Baroja describen la fuente del Duero en Urbión y también Antonio Machado viajó hasta la Laguna Negra. Pero una de las primeras veces que subí al Urbión, me llamó la atención la pista que dejaba a mi izquierda antes de abordar la subida por la loma del pico. Decidí seguirla hasta su final y me llevó hasta el fantástico paraje geológico de Castroviejo, que es un lugar fantástico trenzado de pasadizos, esqueletos vegetales y caprichos rocosos. Un lugar para no perdérselo de ningún modo, aunque no despertara la curiosidad previa de los grandes autores. A partir de entonces, y debo agradecer que fuera el punto de partida, no dejé ningún camino sin recorrer ni desvío sin explorar. 

 

P. Por último y como coautor del guion de los Tesoros del Agua, ¿por qué los espectadores de CyLTV tienen que ver esta serie documental?

R. La ruta del Duero ofrece al espectador la oportunidad de conocer y disfrutar la historia y los paisajes de su espina dorsal, que es el auténtico eje de su pasado y de sus horizontes vitales. A lo largo de los capítulos de los Tesoros del Agua, el espectador va descubriendo la diversidad de escenarios y la riqueza histórica que arropan el tránsito de nuestro río 'padre', como lo llamó el gran don Miguel de Unamuno.