La salvación para muchos pueblos en Castilla y León, sobre todo de montaña, son los repartidores ambulantes. Se encargan de abastecer a vecinos que viven en localidades sin tienda ni bar. Lo hemos visto de cerca en la Comarca de la Cabrera Alta, en León.

Allí un joven repartidor, Óscar Trigo, sale cada día desde Cubo de Benavente, Zamora con su furgoneta mitad alimentación, mitad droguería. En ella porta más de 700 productos diferentes, Incluso hay ocasiones en las que lleva encargos específicos. "Una de las cosas que no me puede faltar es la lejía", nos dice. Invirtió más de 20.000 euros hace casi 3 años y" de momento está mereciendo la pena", nos cuenta este delineante

Atiende sin mostrador. Agachando el riñón en cada pedido o cargando la espalda si es necesario para llevar las cajas de refrescos o las bolsas hasta la puerta de las viviendas. Tiene clientes que han cumplido incluso 100 años y hay que atenderlos lo mejor posible. 

No le interesa vender caro, sino mucho y a buen precio. Sabe que en esos municipios no tiene competencia, pero tampoco se aprovecha descaradamente de la situación. 

Su trabajo consiste en agradar y llegar donde no llegan otros repartidores. Y en su labor se refleja el agradecimiento de todos los vecinos de esas comarcas.