Con las lluvias, la humedad es constante y en el viñedo se dan las condiciones necesarias para que se originen hongos como el mildiu o el oídio.
En algunas parcelas, los viticultores ya han visto las primeras señales y han comenzado a tratar, pero el agua lava los productos que protegen a la vid y se encuentran en un círculo vicioso difícil de atajar.