Un sencillo escritorio nos da la bienvenida. Una cama de reducidas dimensiones y ropas granate preside una estancia marcada por la austeridad.
Para que el visitante pueda sentirse dentro de una auténtica habitación del siglo dieciséis, se ha llevado a cabo un exhaustivo proceso de documentación.
A partir de mañana, a estos sencillos elementos, adornados por un suelo que hace 200 años dejó inscritos algunos poemas de la Santa y de San Juan de la Cruz, se unirá el llamado fuego de la Santa, un candil, que permanecerá encendido durante todo el año para iluminar a los fieles.