Los cinco sentidos se quedan cortos para apreciar un buen vino. Hace falta un sexto sentido para captar esos matices que se escapan al oído, al tacto, al olfato, a la vista y al gusto. Ese plus es el que busca el pago de Carraovejas de la Ribera del Duero con su nueva apuesta de enoturismo.
En tres años, han incrementado sus visitas de 2.000 a 8.000. Prueba de esos buenos datos son sus proyectos de futuro.