Estos días se produce el fenómeno del envero: el momento en que el grano de la uva paraliza el crecimiento y cambia de color. Es la maduración del fruto en su máximo esplendor que coincide con el paso a las tonalidades rojizas y azuladas en el caso de Cigales, o amarillentas en la comarca de Rueda.
Cuando llega este punto de maduración, "la uva se desprende fácilmente del racimo sin oponer resistencia y la pulpa tiene más consistencia", explica José Martín, director técnico de campo de la denominación de origen de Rueda Cuatro rayas.
A partir de este momento la uva empieza a adquirir los colores característicos de las variedades tintas y se puede decir que la viña se está pintando. En estos días que la viña se aclara, comienza la cuenta atrás para la vendimia y hay que eliminar los racimos más verdes para potenciar los que quedan.
Y en este caso ambas denominaciones coinciden. el ciclo vegetativo de este verano se ha desarrollado más pronto de lo normal debido al exceso de calor de mayo y junio.
"Llevamos un adelanto de unos diez o quince días con respecto al año pasado", informa Juan Carlos Ayala, enólogo de la finca La Legua, de la denominación de origen de Cigales.
Ahora también estamos teniendo unas noches muy frías y esto también ayuda a que la maduración sea buena. "Una maduración lenta, continua y equilibrada", según califica José Martín.
Son días de clarear la viña y eliminar los racimos más verdes para potenciar los que quedan. "Todo el trabajo que está realizando la cepa va a quedar concentrado en los granos de uva que nosotros hemos dejado", recalca Ayala.
Se está produciendo el equilibrio ideal entre acidez y graduación alcohólica. Y las expectativas de calidad son optimistas, tal y cómo apunta Gonzalo Fernández, propietario de la finca La Legua: "La verdad es que está apuntado muy bien la añada porque está madurando en mejores condiciones que el año pasado."
La previsión es comenzar la recogida a principios de septiembre.