SALUD

Daniel de Luis: 'Es vital invertir en educación nutricional para acabar con la obesidad infantil'

El director del Centro de Investigación en Endocrinología y Nutrición de la UVa lamenta que se relativice un problema que es la antesala de patologías graves como la diabetes y enfermedades cardiovasculares.

Ical

Este domingo, 12 de noviembre, se celebra el Día Mundial de la Obesidad, uno de los mayores desafíos de salud en el siglo XXI que exige una implicación integral y transversal de toda la sociedad. Las cifras son alarmantes y más si se desciende a la población infantil y adolescente, donde se han multiplicado por diez en los últimos 40 años, según un estudio de The Lancet que acaba de publicarse. Lo peor es que tras las tasas de sobrepreso y obesidad se encuentran enfermedades como la silenciosa diabetes y problemas cardiovasculares importantes. De tal calado es el problema, que la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió hace un año el informe 'Acabar con la obesidad infantil'. Son muchas las voces que tienen las fórmulas, pero para ello es necesario abordar el problema desde todos los frentes y de forma integral. Una de estas fórmulas, a juicio del director del Centro de Investigación en Endocrinología y Nutrición (CIENC) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid y jefe del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Clínico Universitario, Daniel de Luis, pasa por invertir en educación nutricional, en que hablar de la importancia de la nutrición y el deporte se convierta en una rutina en las aulas, y que las familias, los gobiernos y la sociedad en general se vuelquen en el objetivo de evitar y prevenir una dolencia que avanza con pasos de gigante.

Este domingo se celebra del Día Mundial de la Obesidad. A tenor de los datos que indican que esta epidemia no para de crecer, ¿considera que se está perdiendo la lucha?

No, a pesar de que las cifras no son muy halagüeñas Hay que seguir dando mensajes saludables y, sobre todo, hacer mucha educación nutricional, porque lo que están mostrando los datos actuales es que ya son los países en vías de desarrollo los que tienen mayor obesidad infantil. Si queremos prevenir y evitar lo que está pasando es muy importante, es vital, invertir en educación nutricional.

¿Debería atajarse el problema desde un enfoque integral, es decir, familiar, comunitario, con implicación de los gobiernos y las administraciones?

Es la clave. De hecho, la OMS en su informe 'Acabar con la obesidad infantil' dirige las estrategias no sólo a la atención sanitaria, sino a la familia, a la administración, a la escuela... Hablan de controlar el peso; promover el consumo de alimentos saludables, la actividad física, la dieta en la primera infancia y educar en salud, promover estos hábitos en el ámbito escolar... Son 68 páginas que van esta línea, en la de promover hábitos saludables desde la familia, la escuela y la administración.

Todo esto no suena a nuevo, ¿qué fichas faltan por mover?

Hay que implementar una asignatura de hábitos saludables en los colegios. Es una edad muy sensible para cambiar los hábitos y que la familia los ayude. Tenemos experiencias con charlas en colegios y los niños disfrutan, aprenden y cuentan el mensaje en su casa. También, hay que llegar a ellos por sus canales. Por ejemplo, desde el CIENC hemos desarrollado una app – Moving star-, que sirve para que los niños, jugando, sean capaces de adquirir hábitos de vida saludables, conozcan cuáles son los alimentos buenos, los malos... Ese diálogo hay que tenerlo desde el principio. La estamos utilizando para el desarrollo de una tesis y tenemos a un grupo de niños a los que seguimos para ver cómo la app puede incidir su pérdida de peso. Está demostrado que hay que llegar a ellos por sus propios canales, por sus fuentes de información como pueden ser las tablets.

Qué opina de iniciativas como la estrategia NAOS y el plan Mediterraneamos dirigidos a los menores, ¿están dando frutos?

Son dos planes que están muy bien, pero hay que preguntarse si realmente están penetrando en los colegios y las familias y modificando hábitos, o si se están quedando fuera. Es complicado, pero igual hay que replanteárselo y tomar medidas nuevas para que calen más. Hablar de todas estas cosas, de la nutrición, de la importancia del deporte... no debe ser una excepción, sino una rutina en nuestros centros educativos.

Y en Castilla y León, ¿cómo cree que se está abordando el problema?

Las consejerías de Educación y Sanidad deberían articular una línea de trabajo para desarrollar políticas de lucha contra la obesidad desde las aulas, incidiendo en los medios de opinión pública... Hay muy buenos proyectos pero tienen que ponerse a andar y calar en los profesores, las familias y los niños, porque cuando llegan a la consulta ya es tarde. Vamos a tratarlos y a trabajar con ellos, pero esto se tiene que hacer antes.

¿La sociedad es consciente de los riesgos y consecuencias que tiene el peso excesivo durante los primeros años de vida?

Minimizamos el problema, lo dejamos en un 'Mira que niño más gordito', 'Va a tener problemas en educación física'... y no nos damos cuenta de que es la antesala a una diabetes, a una hipertensión, un colesterol alto y de problemas mayores. La OMS, que tiene una visión mucho más global que los sistema públicos de salud, es demoledora en su informe. Apuesta por dar todavía un paso más atrás y empezar con la educación pregestacional y prenatal, educar a la madre antes de que nazca el niño, antes de quedarse embarazada, porque la obesidad durante el embarazo puede influir en el sobrepeso del niño. Por ahí tiene que ir la estrategia.

Y la industria, ¿qué papel debe jugar en lo que a reformulación de alimentos se refiere; a reducción de azúcares, grasas y sal?

Los alimentos están muy regulados; tienen que cumplir unos límites de cantidad de azúcar, de grasa, y el etiquetado debe ser muy preciso; hay un serio control por parte de la Unión Europea. La industria está dando pasos en este sentido, pero todavía se podrían esforzar mucho más.

El azúcar se ha convertido en el enemigo público número uno, ¿las políticas fiscales para reducir el consumo son solución?

Es una herramienta más; la herramienta final, multar o cargar con un coste económico esos alimentos. La OMS es muy clara: No podemos consumir más de 25 gramos diarios de azúcar porque es perjudicial para la salud, y hay que intentar tomar alimentos frescos, frutas, legumbres, verduras... que aportan hidratos y no tanto azúcar. ¿Cómo se puede ser rápido?, pues igual que se hizo con el tabaco, cargando fiscalmente y prohibiendo que se fumara en espacios públicos. Con legislación también puedes prohibir que algunos alimentos aparezcan en determinados lineales; que las máquinas no los dispensen en colegios... Pero de lo que se trata es de invertir en educación nutricional no de prohibir; de invertir en explicar que es mejor comer una manzana. Al final, hay que unir todo para afrontar el mal.

¿Y en este escenario, cuál es la mejor terapia?

La mejor terapia, sin duda, es la dieta mediterránea, nuestra dieta cultural que incluye carnes, pescado, pescado azul, mucha fruta, mucha verdura, aceite de oliva... alimentos muy saludables y actividad física. Esto, junto a la educación de los niños desde el colegio y a las familias a través de los niños, es la única fórmula para vencer la epidemia.