Rompe el corazón ver a niños sirios durmiendo al raso en las calles de Budapest.También cuando los vemos siendo parte del éxodo con la desesperanza en sus rostros. Todas las imágenes remueven la conciencia y hasta el alma. Pero esta, la de un niño ahogado y varado en una playa está ya dentro de la historia del fotoperiodismo. Es dura, se lo advertimos, y algunos han preferido evitarla. Aunque de una manera u otra ha aparecido en todos los diarios y medios de comunicación, y pocas han sido las redacciones donde no se ha debatido si divulgarla o no.
Estremece y deja mudo. Incluso cuando un policía retira el cadáver. Así, sin descafeinar nada, la ha llevado a portada el diario El Mundo.
En la calle, hay división. Unos la rechazan de plano. Y otros la ven como una necesaria pedrada a la conciencia de occidente.
Quizás, algún día no haga falta este tipo de imágenes para concienciarnos, y lo podamos hacer sin ver esta realidad tan desesperante.