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En busca del gato montés

Un proyecto autofinanciado por Acenva sigue a la especie protegida en Valladolid con estaciones de fototrampeo y animales radiomarcados

Proyecto Gato Bravo’, - Ical
Ical

Un día primaveral especialmente luminoso desde lo alto de un extenso valle ubicado en la comarca vallisoletana del Cerrato sirve como telón de fondo para conocer mejor el hábitat del gato montés europeo (Felis silvestris).

Esta especie protegida, esquiva y no muy conocida, se mueve por amplias zonas de monte bajo rodeadas de pinos carrascos, matorral de encina y quejigo. En el privilegiado entorno, plagado de cultivos en flor, los naturalistas Juan Luis Ortega y Jesús Colás inician una jornada campera para proseguir un estudio sin precedentes en España por sus dimensiones.

Se trata del denominado 'Proyecto Gato Bravo', una iniciativa que partió hace cinco años de la mano de la Asociación para la Conservación y el Estudio de la Naturaleza (Acenva) y que se enmarca en la provincia de Valladolid.

El seguimiento de ejemplares de gato montés radiomarcados y la colocación de estaciones de fototrampeo sirven para evaluar periódicamente su presencia y profundizar en su conocimiento.

"Se trata de una especie considerada preferente en cuanto al grado de protección desde la Unión Europea, desconociéndose el grado de hibridación que puede tener con el gato doméstico y datos fiables sobre la densidad de su población", apunta Juan Luis Ortega, 'alma mater' de un proyecto autofinanciado por Acenva a través de sus socios, pequeñas donaciones y el patrocinio de algunas empresas. "Se pidieron ayudas públicas y a fundaciones con potencial para financiar este tipo de trabajos pero fueron denegadas", agrega Jesús Colás.

"No había ningún trabajo similar que afectara a la provincia de Valladolid y aportamos citas propias, ya que las que hay en los atlas de vertebrados se surten de lo que aporta gente muy variada y, como hemos comprobado, se tiende a confundir con mucha facilidad al gato montés con el doméstico.

A raíz de empezar nosotros, han surgido otros estudios similares en varias regiones", explican al unísono los dos naturalistas, al tiempo que señalan que la especie tiene presencia en las nueve provincias de Castilla y León en mayor o menor densidad, salvo en zonas eminentemente agrícolas, como Tierra de Campos, al no tratarse un hábitat adecuado.

La elección del punto de instalación de las estaciones de fototrampeo -diez activas actualmente y otras cinco más disponibles para su uso- no es fácil. En cinco años se han colocado en más de un centenar de ocasiones en veredas o sendas transitadas por mamíferos durante un mínimo de tres semanas, y cuando se logra fotografiar al gato montés, se cambian de lugar. "Todo está cartografiado y la ubicación de las cámaras responde a las actividades humanas propias de cada época del año, tales como la recogida del espárrago, la recolección de setas, o la época de caza, a fin de evitar que alguien las vea y se las lleve", arguyen.

"Dos cámaras han desaparecido, y en otra ocasión se llevaron únicamente la tarjeta de memoria. Como curiosidad, se ha fotografiado de noche y sin identificar a algún cazador furtivo carabina en mano", sonríen Juan y Jesús. Al revisar la actividad registrada por las estaciones de fototrampeo, no siempre hay suerte a la hora de detectar ejemplares de gato montés, habiéndose retratado otras especies de animales como el lobo, el tejón, el corzo, la garduña y la jineta. Juan y Jesús se afanan en colocar las estaciones de seguimiento en un espacio arbóreo y de ocultarlas entre la maleza.

Sistema de atracción

Para atraer al gato montés hacia las estaciones de fototrampeo los naturalistas utilizan orina de gato doméstico. La pulverizan con un ‘spray’ e impregnan unas piedras a modo de señuelo que permiten que el animal se detenga de forma breve y pueda ser fotografiado. "Hay que tener cuidado ya que la orina debe proceder de un animal testado por un veterinario y libre de enfermedades.

Para controlarla se ultracongela durante uno o dos meses y así se acaba con cualquier tipo de patógeno, ya que el gato doméstico puede contagiar al montés enfermedades como la inmunideficiencia felina, que es una especie de virus VIH felino, a la que los ejemplares monteses parecen más resistentes que sus parientes domésticos, junto a la leucemia felina o la filiaria felina", concreta Ortega.

Además, la utilización de jaulas trampa permite capturar los ejemplares, a los que se pone un collar emisor con el fin de realizar después el seguimiento de su actividad mediante una antena que capta señales sobre su ubicación recibidas en un radiorreceptor. El proceso de anestesia, toma de muestras, radiomarcaje y reanimación por parte de un veterinario ha transcurrido sin contratiempos durante las distintas etapas en las que se ha llevado a cabo.

A mediados de 2009 se recibieron los permisos por parte de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta y a principios de febrero 2010 se colocaron las primeras trampas en un monte de la comarca del Cerrato vallisoletano. "El objetivo de radiomarcar ejemplares permite comenzar a definir parámetros importantes en su desarrollo como el uso del espacio, la superficie de campeo o el patrón de vida de la especie", apunta Ortega.

Por otra parte, se somete al gato montés a diversas pruebas veterinarias para comprobar la incidencia de las enfermedades que afectan con cierta frecuencia a los gatos domésticos en las poblaciones del felino silvestre. También se han realizaron pruebas parasitológicas y toma de muestras de pelo para conocer el grado de pureza genética del individuo.

"En este trabajo de análisis de unas 40 muestras ha colaborado el Centro de Investigación de Biodiversidad y Recursos Genéticos (Cibio) de Portugal, ya que en España no había ninguna entidad que pudiera llevar a cabo este trabajo de forma desinteresada", sostiene el impulsor del proyecto, que apunta que la aportación de muestras han colaborado otras provincias como Soria y Madrid, "pero el mayor grueso procedió de Valladolid y Palencia", puntualiza.

Dos machos y una hembra

Primero se realizó un seguimiento de un gato montés al que se llamó Olmo durante casi dos años, y coincidió en parte con el realizado durante un año y nueve meses con Olivia. La hembra fue capturada y radiomarcada y su collar seguía emitiendo con normalidad a pesar de que la vida útil relativa -con la pila que permite el funcionamiento del sensor de actividad- era de tan solo 12 meses, etapa que se solapó con la del seguimiento que se hizo a Rigodón, otro macho objeto de estudio. "Se trata de animales muy metódicos que se mueven por todo el territorio y, en ocasiones, no vuelven a pasar por el mismo lugar hasta mes y medio después", matiza Juan Luis Ortega.

Olivia fue radiolocalizada en numerosas ocasiones ocupando una superficie aproximada de 250 hectáreas y, en el caso de los machos, a Olmo se le siguió en unas 500 hectáreas y a Rigodón en un territorio de aproximadamente 300. "Curiosamente, durante el transcurso de al menos dos jornadas de radioseguimiento, Olivia y Rigodón se encontraban encamados juntos.

Por otra parte, quedó demostrado mediante el análisis genético que ninguno de los tres ejemplares radiomarcados presentaba grado alguno de introgresión de los denominados alelos de gato doméstico, es decir, que se trataba de ejemplares puros de gato montés", finaliza el promotor del ‘Proyecto Gato Bravo’.

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