Como muchas grandes ideas, esta también surgió en la cafetería de la universidad. Charlaban tres vallisoletanos. Pensaron en comprar unas telas, un bolsillo y que la madre de uno de ellos se lo cosiera en el pecho. Se les encendió una bombilla que hoy destella 70.000 euros de facturación.

Estaban "hasta el gorro de ver a la gente con la misma ropa y los mismos productos".Hace ya dos años que decidieron coger la tiza y, frente a una pizarra, se pusieron a confeccionar. Trazaban bocetos sin recursos desde el www.coworkingcafe.es en Valladolid.

Un antiguo alumno de su colegio vio gran futuro a su proyecto y les financió las cien primeras camisetas y cuando se dieron cuenta, ya le habían devuelto todo su dinero. Las redes sociales les dieron la promoción suficente para venderlas. A pesar de ese próspero empujón, carecían de conocimientos empresariales y acudieron sin pensarlo a sus padres y a asesores fiscales.

Hoy son tres emprendedores reconocidos en las redes sociales. Empezaron cosiendo un bolsillo a una camiseta pero ahora la aguja da más de sí.

Tienen gorras, fundas, tarjeteros, sudaderas y alpargatas. Están mejor de lo que esperaban. Sin embargo, suplican que el día tenga 25 horas porque compaginan a duras penas su negocio con la carrera universitaria.