Ante sus ojos tiene un pequeño milagro en medio de la estepa castellana. Un oasis lleno de vida resurgido de una llanura de 1.900 hectáreas que llegó a estar inundada completamente en el siglo XIX. Desecada entonces por problemas de salubridad y recuperada ahora con un gran valor ambiental.
Donde antes se veían tierras de cultivos ahora habitan cigüeñuelas, cercetas, patos, gaviotas, fochas, avefrías...y especie minúsculas con chaltes de lujo para la ocasión. En total son 11 hectáreas pantanosas con 6 observatorios para dominar todos los puntos de interés del humedal.
En 5 kilómetros de senderos los recursos ornitológicos son una sorpresa continua.