Las abundantes precipitaciones de principios de primavera obligaron a muchos agricultores a sembrar más tarde. Ahora, paradójicamente, debido a la falta de lluvias en verano los rendimientos ya se están viendo seriamente mermados.

El girasol no brillará tanto como la campaña anterior. En las parcelas vallisoletanas de secano de tierra de campos ya se están cosechando las primeras hectáreas de las 250.000 que se han sembrado en toda la Comunidad. Cantidad ligeramente inferior a la del año pasado.

Esos rendimientos en terrenos similares pueden llegar a los 2.000 kilos por hectárea en la bureba burgalesa. Si hablamos de regadío oscilarán entre los 2.500 y los 4.000 kilos por hectárea. Los agricultores aún así son conformistas. Apenas ha llovido en verano y la planta no ha granado en condiciones.

Este cultivo continúa siendo una buena opción para las rotaciones, nos dicen, para romper el ciclo de plagas y enfermedades, pero le adelantan por la derecha otras oleaginosas.