Salud

La circuncisión masculina como método de prevención del VIH

  • La provincia sudafricana de Zululandia se convierte en un laboratorio para desarrollar una estrategia mundial para derrotar al virus del sida.

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Ver a dos estudiantes universitarios, a los que se les acaba de extirpar el prepucio, posando como sonrientes raperos ante un cartel que promueve la circuncisión masculina puede resultar chocante, pero es una imagen lógica en Zululandia, una provincia sudafricana con uno de los niveles de virus del sida más altos del mundo. Allí, una de cada cuatro personas vive con VIH. Y en el caso de las mujeres treintañeras el porcentaje alcanza un estremecedor 56%.

Los dos jóvenes son Mxolisi Mazibuko y Sithabiso Zwane, estudiantes de Comercio de la Universidad local. Muchos de sus colegas no se someten a la circuncisión por los rumores de que los prepucios extirpados acaban siendo utilizados en ritos de brujería, según ha explicado la institución. Pero estos miedos son cada vez más excepcionales. Más de 175.000 hombres ya han pasado por el quirófano en la provincia.

Zululandia, como otras regiones de África, está siendo sometida a una campaña de circuncisión masiva de los hombres. En diciembre de 2011, unos 1,5 millones de africanos habían acudido voluntariamente a circuncidarse a centros especializados, según las últimas cifras del Programa Conjunto de Naciones Unidas sobre el VIH/Sida. En diciembre de 2012 ya eran más del doble: 3,2 millones de hombres.

Además de garantizar el tratamiento contra el VIH a los habitantes de Zululandia que lo necesitan, las autoridades y la ONG Médicos Sin Fronteras llevan a cabo circuncisiones a los hombres que la piden voluntariamente. Esta sencilla operación reduce un 60% el riesgo de transmisión del VIH, al retirar una mucosa por la que el virus penetra fácilmente. “Para promover la circuncisión, se hacen campos donde cualquier hombre puede venir y hacerse una circuncisión médica”, explica la doctora española Helena Huerga, miembro de Epicentre, el centro de investigación de Médicos Sin Fronteras.

Resultados esperanzadores

Huerga, nacida en Madrid en 1971, ha coordinado en Zululandia un estudio sobre los efectos del tratamiento a gran escala de las personas con VIH. Y los resultados, recientemente presentados en un congreso especializado en Boston (EEUU), son muy esperanzadores. El 90% de las personas tratadas desde hace más de seis meses ha conseguido la supresión viral, un estado en el que el virus baja hasta niveles indetectables en sangre, minimizando el riesgo de transmisión. Pese a la presencia del virus por doquier en la región, la tasa de nuevas infecciones allí apenas llega al 1,2% por año.

El estudio, en el que han participado 5.650 personas adultas, ha constatado el éxito de las campañas de circuncisión. “El 22% de los hombres estaban circuncidados en el momento en el que hicimos el estudio, y la mayoría eran jóvenes. No hay musulmanes en la zona, la principal religión es el cristianismo, así que la cifra se debe a que han aceptado hacerse una circuncisión”, detalla Huerga.

El centro de operaciones de la ONG ha sido Eshowe, un pueblo llamado así por el sonido que hace el viento al acariciar las hojas de los árboles cercanos. Y Huerga ha oído esos cantos de sirena de los bosques (“Eshowe, Eshowe, Eshowe”) muchas veces en los últimos dos años. Eshowe y sus zonas rurales vecinas, tomadas por las plantaciones de caña de azúcar, son un laboratorio para desarrollar una estrategia mundial que sirva para derrotar al virus del sida, que desde el inicio de la epidemia ha acabado con la vida de unos 36 millones de personas, más del doble que la Primera Guerra Mundial.

El Ministerio de Salud sudafricano y Médicos Sin Fronteras han unido fuerzas para llevar las medicinas contra el VIH a las zonas más remotas, facilitando pruebas de diagnóstico gratuitas con el fin de localizar al mayor número posible de personas infectadas. Tres de cada cuatro que necesitan tratamiento ya lo reciben.

Una pastilla diaria por 100 euros al año

“Una persona que tiene tratamiento y el virus suprimido en sangre tiene muy pocas posibilidades de transmitirlo”, celebra Huerga, curtida en países como Somalia, Liberia, Kenia y República Centroafricana. En este último país, vio “un hospital donde la mitad de las personas se iban a morir de sida” y poco o nada se hacía por ellas. “Hay sitios a los que todavía hoy no llegan los tratamientos y la gente se muere sin que ni siquiera se les haga un diagnóstico”, denuncia. El estudio de Zululandia es uno de los pocos que ha analizado los efectos del tratamiento contra el virus del sida, la llamada terapia antirretroviral, en entornos reales de África azotados por el patógeno.

“Aquí he visto a mucha gente en tratamiento y con buena salud. Esto demuestra que es posible tratar correctamente a mucha gente y eso nos da una nota de optimismo, porque se puede ir incluso más lejos”, sostiene la médico.

En 2012, casi 10 millones de personas con VIH en países en desarrollo tuvieron acceso a la terapia contra el virus, una pastilla al día que normalmente cuesta 100 euros al año. Sin embargo, cuando el tratamiento de primera línea no funciona, hay que recurrir a nuevos fármacos y los precios se disparan. Uno de estos medicamentos, el raltegravir de la farmacéutica Merck, alcanza los 10.140 euros por persona al año en Armenia, un país en el que el sueldo mínimo apenas supera los 80 euros al mes.

Sin grandes farmacéuticas

“No tenemos mucha colaboración con grandes farmacéuticas. Los fármacos genéricos producidos en India tienen precios asequibles y trabajamos con ellos”, subraya Huerga. La médica recuerda que otros 16 millones de personas necesitan tratamiento y no lo reciben, según la Organización Mundial de la Salud. “Queda mucho por hacer, pero ese es el objetivo que tenemos que alcanzar”.

El éxito en Zululandia puede acercar ese objetivo. Tras el estudio de Huerga, Médicos Sin Fronteras va a ayudar a las autoridades a iniciar un tratamiento más ambicioso. En el caso del VIH, paradójicamente, se espera a que la infección se extienda para comenzar el tratamiento. El virus ataca a un tipo de glóbulos blancos que nos defienden de las infecciones, los CD4. Si una persona con buena salud presenta 1.000 CD4 por milímetro cúbico de sangre, hasta ahora se esperaba a que ese número cayera hasta 350 para iniciar el tratamiento. Médicos Sin Fronteras suministrará tratamiento a partir de los 500, en línea con las últimas directrices de la OMS.

“Es muy difícil pensar en erradicar la enfermedad, pero podemos llegar a controlarla. Podemos conseguir que haya muchas menos nuevas infecciones y que las personas que ya están infectadas vivan bien y vivan muchos años, como las personas que no están infectadas”, proclama Huerga.