FÚTBOL | COPA DEL REY

El matagigantes de la Copa

Exhibición del Mirandés en Riazor (0-3) para sellar el pase a cuartos de final

cdmirandes
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Arrancó el partido con dominio claro del C.D. Mirandés sobre el tapete de Riazor. Poco intimidan a los rojillos los partidos a domicilio, los rivales, o cualquieras que sean las adversidades que, a priori, se pueda encontrar. Bien lo ha demostrado en Liga y también a los malagueños en Copa. Y así volvía a cerciorarlo. Los hombres de Carlos Terrazas se plantaban en el campo del R.C. Deportivo de La Coruña con mucha valentía, pero sobre todo mucho fútbol. Imponían desde el minuto uno el metrónomo de juego y cerraban filas atrás desbaratando cualquier aproximación o intento de ella rival. No especulaban con el resultado y mucho menos con su condición de “equipo de segunda”. Para los rojillos el partido era de tú a tú.

Los quince primeros minutos de juego apenas se vio a los gallegos sobre su propio campo. Los locales se limitaban a esperar alguna contra para abrir el juego a las bandas y hacer daño a esa defensa de tres que tan buen resultado ha demostrado dar a los de Carlos Terrazas. Y efectivamente, de poco o nada servía. Los visitantes trataban de dulce la pelota, movían de banda a banda y los nervios no aparecían en ni una sola de las líneas rojillas. Los balones al hueco comenzaron a hacer daño, primero con Abdón cayendo a banda izquierda, que ponía una rosca preciosa al corazón del área a la que no llegaba Sangalli. Poco después era este último el que hacía daño por su banda natural. El partido estaba constantemente en campo del R.C. Deportivo de La Coruña que no ofrecía apenas juego. Néstor se mostraba participativo en la media punta, una zona del campo idónea para la inspiración del 23 rojillo que presionaba a la vez que creaba. Proponía el C.D. Mirandés, mandaba el C.D. Mirandés. Y el trabajo encontró premio. El balón corría por banda derecha muy cercano al pico del área en las botas de Sangalli quien, esta vez, no eligió el centro colgado y sorprendió a todo el Deportivo metido en el área con un balón raso perfecto para Provencio. El mediocentro llegaba con una fuerza terrible a la frontal desde atrás, con unas intenciones que se veían conforme acercaba posturas con el esférico para, efectivamente, pegarle con el alma y estampar el cuero en el fondo de las mallas. Minuto 40 y zarpazo en forma de zapatazo a la eliminatoria que se marchaba 0-1 al descanso con el virtual pase de los rojillos al sorteo de cuartos de final.

Virtual que se iba convirtiendo en real. Por si había dudas, Abdón Prats se iba a encargar de disiparlas apenas diez minutos después de la reanudación. Cierto es que el Deportivo había dado síntomas de mejora. Cierto que suyos estaban siendo los primeros acercamientos lógicos de un equipo en ese momento eliminado. Pero este Mirandés muerde. No espera. No recula. No especula. Minuto 54 y zarpazo de David a Goliat en un libre directo botado por Abdón Prats que acababa en el fondo de las mallas sin que ni la defensa local ni ningún compañero rojillo la llegase a tocar. ¿Sorpresa en Riazor? Este equipo había venido a ganar.

Ni siquiera este diferencia le valía a los de Carlos Terrazas, un entrenador que no conoce de achantarse o jugar con el resultado. Y sus pupilos tienen bien aprendida la lección. El encuentro estaba siendo de principio a fin para los de Miranda de Ebro. Ni una sola duda, ni un solo tambaleó. Defensa infranqueable, ayudas constantes y omnipresencia en todas las zonas del campo. Sangalli tenía el tercero en sus botas en un centro que le caía franco al extremo derecho que, con más ansia que cabeza quizás, reventaba la pelota saliendo esta desviada por alto. Mientras, Raúl impedía que los de La Coruña se metiesen en el partido con un par de buenas salidas en las que, incluso, a punto estuvo de jugarse el tipo. El equipo reconocía el esfuerzo de su portero y se lanzaba al ataque al mínimo titubeo de los blanquiazules. Y por si aún no estuviese sentenciada la eliminatoria, la goleada quedaría grabada para la historia en Riazor con letras rojinegras y la firma de un Dani Provencio que enviaba su segundo personal a la escuadra en una jugada idéntica a la del primer gol. Era el minuto 70 y aún había tiempo para más. Tiempo para escuchar a ese centenar de gargantas incansables en la grada. Tiempo para vibrar con el televisor desde casa. Y tiempo para veinte minutos de verdadero fútbol de un C.D. Mirandés que acabó el partido en campo del conjunto coruñes.¡HISTORIA!