TRIBUNALES

La madre de Sara culpa a su pareja de las lesiones de su hija y asegura que en ningún momento dejó desatendida a la pequeña

Davinia M.G, que declaró durante más de tres horas ante el juez, reconoce que tenía miedo a perder la custodia.

Ical

La madre de Sara, la niña de 4 años que falleció el pasado 3 de agosto en Valladolid por supuestos abusos y malos tratos, Davinia M.G., culpó este viernes a su pareja de las lesiones encontradas por los médicos en el cuerpo de la pequeña y aseguró que cuando ella abandonó el piso para marcharse a trabajar su hija se encontraba bien.

D.M.G., que este viernes prestó declaración durante más de tres horas ante juzgado vallisoletano que instruye el caso, se mostró sorprendida por la gravedad de lesiones y reiteró que en ningún momento dejó desatendida a su hija, según confirmó a la abogada vallisoletana Isabel Palomino, representante del padre de la pequeña como acusación particular y que también ejerce la acusación popular en nombre de la Asociación de Asistencia a Víctimas de Agresiones Sexuales y Malos Tratos (Adavasymt).

Además, resaltó que se considera una ''buena madre'' y que ''nunca hubiera permitido que a su hija nadie le hiciera daño''. En este sentido, siempre según la abogada, aseguró que si hubiera tenido alguna sospecha hubiera actuado de otra manera, aunque reconoció que después de que su hija fuera reconocida por un pediatra en el hospital Campo Grande, prefirió no volver a llevarla a un centro sanitario por miedo a perder su custodia.

En su declaración también aseguró que hasta que no conoció el informe del forense nunca se podría haber imaginado que su pareja, Roberto H.H., que convivía con ella en un piso de la calle Cardenal Torquemada, ''pudiera hacer una cosa así'', ya que siempre le trató bien a ella y a sus dos hijas.

El pasado 2 de agosto, Sará ingresó en urgencias del hospital Clínico en parada cardiorrespiratoria, después de Roberto H.H. alertara al 112 de que la menor se encontraba mal. Horas después, la niña fallecía y los médicos confirmaban que en la exploración se encontraron varios signos de violencia de distinta antigüedad e indicios de posible agresión sexual.

La alarma de este caso saltó 23 días antes, ya que fue el 11 de julio cuando un pediatra del hospital Campo Grande denuncio el caso. El pediatra determinó que los labios hinchados de la pequeña eran fruto de golpes y en la exploración confirmaba que su cuerpo tenía signos de posibles malos tratos. El médico activó el protocolo, la Policía se presentó en el centro y dio parte del caso y el propio sanitario, ante la gravedad del caso, acudió al día siguiente a la Comisaría para declarar.

Diez días después, la Fiscalía remitió de forma ordinaria el expediente del caso a los servicios sociales de la Junta y tres días más tarde, agentes de los servicios sociales mantuvieron una entrevista con la madre y con sus dos hijas, la pequeña fallecida y una segunda de 12 años, cuya tutela corresponde a la Junta. No se apreció urgencia tras el encuentro, pero se decidió seguir investigando.

Así, el día 28 de julio los técnicos de los servicios sociales de la Junta sufren el primer plantón de la madre, que pide que se aplace la cita para el 1 de agosto, aunque ese día, cuando los profesionales de la Junta recogen el testimonio de los vecinos, que indican que la pequeña lleva un mes llorando, la madre vuelve a dar esquinazo. Al día siguiente, cuando por teléfono se le comunica a la madre que se van a emprender acciones para proteger a la menor, ya era demasiado tarde.