Fueron unos particulares los que alertaron sobre la presencia de estos grandes peces muertos, sobre todos en algunas zonas concretas.
Los agentes medioambientales han recorrido todo el perímetro del embalse, que supera los treinta kilómetros y han concluido que no es un problema localizado en un punto.
Está descartado que se trate de un vertido, porque habría sido detectado o cianobacterías como insinúan los ecologistas, porque en ambos casos habrían afectado a otras especies.
La principal tarea en estos momento es la retirada de los cadáveres que seguirán apareciendo, para evitar su putrefacción y que afecten a otras especies de este ecosistema. Los análisis determinarán el origen de este episodio.