NUTRICIÓN

Los peores mitos nutricionales de la historia

Durante muchos años, hemos recibido consejos nutricionales sin ningún respaldo científico o basados en estudios poco fiables que han tenido repercusiones muy serias en nuestra salud

Natalia Olivares

En las últimas décadas numerosos expertos se han dedicado a revisar datos y pruebas anteriores y han logrado derribar mitos que formaban parte de nuestra cultura alimentaria.

Hoy conocemos 5 de los peores mitos nutricionales de la historia.

Mito 1: La dieta más efectiva es la dieta rica en carbohidratos y baja en grasa

No importa si eres una persona sana o padeces alguna enfermedad. La mayoría de autoridades sanitarias y gubernamentales afirman que una dieta rica en carbohidratos y baja en grasa es la mejor opción para bajar de peso y ganar en salud. Pero ¿existe evidencia científica detrás de esta tajante recomendación? La respuesta es no.

Por un lado, los estudios más recientes han demostrado que las grasas saturadas no son perjudiciales y no aumentan el riesgo de enfermedades cardíacas.

Por otro lado, es un hecho confirmado que el consumo elevado de carbohidratos provoca picos en la glucosa en sangre, lo que contribuye a desarrollar resistencia a la insulina y, por consiguiente, aumenta el riesgo de diabetes.

Desde que comenzó el auge de esta dieta, los índices de obesidad y diabetes se han disparado y lo peor de todo es que los defensores de esta leyenda urbana se resisten a reconocer su fallo.

Mito 2: Los mejores aceites para cocinar son los que contienen grasas poliinsaturadas

Las estanterías de supermercados y tiendas de alimentos están repletas de aceites vegetales y de semillas refinados. Estos aceites de cocina han ganado popularidad debido a sus propiedades para reducir el colesterol, pero se ha confirmado que a largo plazo contribuyen a aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas.

La mayoría de estos aceites se han elaborado mediante un proceso llamado "hidrogenación", durante el cual la planta o semilla de la que se extrae el aceite pierde casi todos sus nutrientes.El resultado es un aceite altamente procesado repleto de:

Grasas poliinsaturadas: se oxidan y se vuelven rancias con el uso de temperaturas elevadas, lo que puede dañar varias moléculas importantes.

Grasas trans: grasas tóxicas asociadas a varias enfermedades.

Grasa omega 6: causan inflamación y alteran el balance omega 6/omega 3 cuando se consumen en exceso.

Si quieres cocinar con un aceite sano y beneficioso para tu salud, opta por el aceite de coco o el aceite de oliva virgen extra.

Mito 3: La yema de huevo aumenta el colesterol

Comer un huevo sin yema es como comer un bocadillo sin pan, no tiene ningún sentido. La yema es la parte del huevo que concentra prácticamente todos los nutrientes, excepto la proteína, que se encuentra en la clara.

La yema contiene numerosas vitaminas y minerales y un nutriente esencial para el cerebro llamado colina. No obstante, la yema también posee grandes cantidades de colesterol. sí, pero este colesterol no tiene ningún efecto en nuestro organismo.

El 70% de los consumidores frecuentes de huevo no presentan alteraciones en sus niveles de colesterol, así como tampoco tienen un índice mayor de sufrir enfermedades cardíacas.

Las pruebas son claras y concluyentes: no existe ninguna asociación entre el consumo de huevo y el aumento del colesterol en sangre.

Mito 4: Todas las calorías son iguales

El valor de una caloría nunca varía, pero sus efectos en el organismo sí. Nos han hecho creer que el conteo de calorías importa más que la procedencia de estas y esto es un error enorme.

El organismo humano cuenta con sus propios mecanismos para gestionar las calorías que consumimos y quemamos y no tenemos ninguna necesidad de obsesionarnos con contar cuántas calorías tiene un plátano o un filete. Pero sí que es importante entender que las calorías de unas galletas no tienen los mismos efectos que las calorías de una fruta, por ejemplo.

Para que lo entiendas mejor, comer una simple manzana te hace sentir lleno, pero comer unas galletas te abre incluso más el apetito y te incita a comer más. Si tu objetivo es perder peso, no te preocupes por el número de calorías de un alimento, sino por la manera en que este afecta a tu organismo.

Mito 5: La margarina es más sana que la mantequilla

La margarina se diseñó como una opción más "saludable" que pretendía sustituir la mantequilla y ayudar a reducir el colesterol. Pero la margarina no es un alimento natural, sino el resultado de un proceso industrial que implica la hidrogenación de aceites vegetales.

Por esta razón, las mismas características que he detallado sobre los aceites vegetales refinados también se aplican a la margarina: elevado contenido de grasas trans y grasas omega 6 que favorecen la inflamación y la aparición de numerosas enfermedades.

No obstante, hoy en día existen muchas versiones de margarina con una cantidad reducida de grasas trans y omega 6, afortunadamente más saludables que hace unos años.