VALLADOLID | Hasta el 28 de agosto

San Benito acoge la exposición de Eugene Smith 'Capturar la esencia'

Una muestras de fotografía que reúne 60 imágenes emblemáticas de un artista 'obsesionado con la perfección y la búsqueda de la verdad'

Ical

"Nunca he tomado ninguna imagen, buena o mala, sin pagar por ellas un precio emocional". Esa frase de Eugene Smith (1918-1978) resume como pocas el espíritu, el compromiso y la implicación con su trabajo que le convirtieron en un maestro del fotoperiodismo gracias a sus colaboraciones con medios como 'Life' o 'Newsweek'. A partir de hoy y hasta el próximo 28 de agosto, la sala de exposiciones de San Benito en Valladolid acoge la muestra 'Capturar la esencia', que reúne 60 fotografías de diferentes e impactantes series creadas por el norteamericano, procedentes de la colección particular de Christopher Luce, que seleccionó sus piezas entre las mejores impresiones fotográficas que el propio Smith había positivado en vida.

"No se puede hablar de fotoperiodismo sin hablar de Eugene Smith, que ha influido en múltiples generaciones que le han tenido como referente. Él pretendía transformar en imagen su verdad, y tener el proceso completo bajo su riguroso control. La persecución de sus ideales fue su suerte y su maldición, ya que afrontaba cualquier tarea de forma obsesiva, y eso complicó muchísimo su vida y la de su familia", desgranó la comisaria de la exposición, Enrica Viganò.

En las paredes de la sala, a lo largo de fragmentos de diez de sus series, se suceden los retratos de hombres, mujeres y niños cuyas miradas denotan existencias gastadas, vidas duras cuyas vicisitudes han sido incapaces de doblegar la humanidad que exudan sus gestos. Cronológicamente, las primeras imágenes pertenecen a la segunda guerra mundial, con hombres encerrados en trincheras resguardándose de bombardeos, o encontrando abandonado a su suerte a un bebé desnudo en una remota isla del océano Pacífico. Para realizar otra de las series, 'Un médico rural', fechada en 1948, él llegó a decir: "Yo era como la maleta del doctor de pueblo, iba con él todo el rato y desaparecía".

"Para él, documentar la realidad era sólo el punto de partida. Buscaba reflejar en las fotografías las emociones que esa realidad le transmitía; estaba obsesionado con encontrar la que consideraba la única forma veraz de trabajar con la luz", relató Viganò. Ese perfeccionismo innato, a la constante búsqueda de la quimera de un ideal imposible, le condenó al fracaso. "Nunca logró satisfacer su utopía, y eso se convirtió para él en una especie de maldición, pero a lo largo del caminó dejó los maravillosos frutos de su constante intento", añadió la comisaria.

Según explicó, Smith salió de 'Life' con apenas 36 años, "una fama inmensa y una reputación ganada a pulso de tener un carácter nada fácil, además de sus dependencias de alcohol y drogas". La revista le había dado proyección internacional, pero "él vivía como fracasos sus reportajes para esa publicación, al tener que dejar en manos de los redactores el resultado final de su trabajo".

'Pueblo español'

Una de las series que realizó con 'Life', 'Pueblo español', fechada en 1951 y también representada en esta exposición, llegó a suscitar un conflicto diplomático entre España y Estados Unidos, cuando el régimen franquista fue consciente de la repercusión internacional que las fotografías estaban teniendo, al reflejar la oscuridad y las condiciones de la vida rural en los primeros años de la posguerra. "Las presiones diplomáticas obligaron a 'Life' a encargar a otro fotógrafo y publicar poco después otro reportaje, a todo color, de la España 'moderna' del momento", reseña Viganò.

Cada una de las imágenes expuestas ahora en San Benito, cada una de las series representadas, evocan intensas historias de desbordante humanidad, como 'Un hombre piadoso' (1954), en la que acompaña al Premio Nobel de la Paz Albert Schweitzer, en su labor como misionero médico en África; 'La comadrona' (1951), donde capta la emoción, crudeza, ternura y amor que acompaña el alumbramiento de varios bebés; o series postreras como 'Pittsburgh' (1955-1958), un encargo de la agencia Magnum que le arruinó a él y a toda su familia, en su afán por crear "un cuento que revelase el alma de la ciudad, a través de una mezcla de escritura, música e imagen, que rehuyera caer en la trampa de la mera y aburrida documentación", y 'Minamata' (1972-1975), su cruda mirada sobre el pequeño pueblo pesquero japonés cuyos habitantes, personas y animales, sufrieron durante generaciones degeneraciones en sus sistemas nerviosos provocadas por los vertidos de la multinacional química Chisso Corporation.

"Eugene Smith quería documentar la autenticidad de la historia. Buscaba imágenes emblemáticas que al mismo tiempo buscaran un hecho y tocaran el alma. Él necesitaba entrar en la vida de la gente que fotografiaba, para captar y reflejar la emoción que los hechos le transmitían. No producía imágenes para completar los artículos, sino que contaba cuentos a través de sus imágenes", completó Viganò.