LEÓN | Rebaja la pena

La Fiscalía pide 14 años para el hombre que mató a su madre con una maza y un cuchillo en 2015

La defensa solicita la libre absolución y, subsidiariamente, que se aplique la atenuante vinculada a su adicción a la cocaína

Ical

La Fiscalía ha rebajado la pena que solicita para el hombre que el 23 de febrero de 2015 mató a su madre en León utilizando una maza y un cuchillo y reclama 12 años de cárcel por el asesinato y dos años y dos meses más por el delito de robo con violencia, frente a los 21 años y nueve meses que reclamaba inicialmente. Plantea la "atenuante muy cualificada de toxifrenia", es decir, la adicción a la cocaína que el acusado padecía cuando ocurrieron los hechos.

Por su parte, la defensa solicita la libre absolución argumentando que el crimen fue consecuencia de "un brote de locura" y, subsidiariamente, que se aplique la atenuante que propone la Fiscalía. El letrado insistió en que su representado "no era dueño de sus actos, la droga le produjo una anulación de su psique; no era él y el móvil del asesinato fue el robo porque necesitada seguir consumiendo -era adicto desde junio de 2013-.

El acusado se declaró culpable al inicio del juicio que este mediodía quedó visto para sentencia y en el que rehusó hacer el uso de la palabra que le permite la ley para cerrar la vista. En un relato que comenzó con lágrimas al ser interrogado sobre el día de los hechos, se reconoció arrepentido y recordó la adicción que entonces tenía a la cocaína.

Actualmente permanece interno en un módulo terapéutico de la prisión de Mansilla de las Mulas (León), donde recibe tratamiento psicológico al que responde con éxito desde el inicio, según relató el profesional que le atiende, quien le definió como "muy introvertido, incluso hermético, con mucha dificultad para expresar sus emociones".

El acusado manifestó que el día de los hechos, cuando se encontraba de baja laboral, "me vino la idea de matar a mi madre para robarla y conseguir más dinero para consumir droga" y con esa intención se dirigió -después de haber consumido dos gramos de cocaína- a la casa de su progenitora, en la que comía y cenaba cada día. Allí, según su testimonio, la golpeó por la espalda, sin que ella pudiera rechazar el ataque, primero con una maza y después clavándole un cuchillo de grandes dimesiones repetidamente -la víctima presentaba hasta 31 heridas incisas-.

La mujer intentó en vano defenderse y pidió socorro varias veces sin que nadie acudiera en su auxilio. El hombre asegura que primero la golpeó con la maza pero las forenses que prestaron declaración insistieron en que su opinión es que primero se produjo el apuñalamiento, ya que de haber sido al revés, la víctima no habría tenido capacidad para reaccionar, como sí hizo según queda patente por las diversas heridas defensivas que presentaba el cadáver.

Después de matar a su madre, la tapó con una sábana y se fue a su habitación, donde consumió más droga. Además, revolvió la ropa de la casa y otros objetos de la casa con el fin de simular un robo. A continuación abandonó la vivienda y en las horas siguientes sacó 1.2000 euros de cajeros automáticos con las tarjetas sustraídas; dinero que gastó en cocaína y prostitución. En aquel momento, había solicitado nueve micro-créditos para hacer frente a sus gastos, dado que el consumo de droga le dejaba cada mes sin dinero pocos días después de cobrar su sueldo.

En contra de lo que sugirió la defensa, las forenses consideran que el consumo de droga previo a la comisión del asesinato no mermó las facultades mentales del acusado y no tenía "una alteración de la inteligencia a la hora de cometer los hechos" y subrayan que si se hubiera dado esa circunstancia, no se habría molestado en modificar la escena del crimen o en tapar a su madre. Además, recordaron que conocía el lugar donde su madre tenía las tarjetas bancarias y su pin, por lo que no hubiera sido necesario acabar con su vida para robarle dinero.