No se detuvo ni un segundo en un total de cinco stop a lo largo de la ruta Muñosancho – Arévalo y en buena parte del trayecto tuvo una velocidad de 97 kilómetros por hora, cuando esa vía está delimitada para vehículos de transporte escolar a 70.

Así lo ha declarado el agente de la Guardia Civil encargado de la reconstrucción de la ruta que el 23 de febrero de 2012 realizó el microbus siniestrado y que quedó reflejada en el tacógrafo digital del vehículo.

Del mismo modo ha apuntado que dicho autobús no era el que estaba adscrito a la ruta, sino otro, y que no existía, por tanto, autorización alguna del cambio de vehículo.

Algo que también ha sido ratificado por otro Guardia Civil que el día de los hechos estuvo  en el lugar del accidente tomando pruebas y hablando con el conductor, del que apunta estaba consciente y que en ningún momento dijo que hubiese sufrido un deslumbramiento. Por tanto, considera el Guardia Civil que el accidente se debió a una velocidad excesiva y a que el chófer tuvo una conducta negligente y de distracción.

El caso ha quedado visto para sentencia.